Watch by W

Hace años leí una anécdota de un ilustrador muy divertida por cierto, al final nos dice que siempre debemos buscar tener dos trabajos: el "pay-bills job" y el "sexy job". Uno se encarga de las cuentas y de nuestras necesidades, y el otro se encarga de divertirnos apasionarnos y emocionarnos. Si en uno, cumples con los dos objetivos, eres muy afortunado.


He sido afortunado y después de muchos años y varios "pay-bills job's" he podido fundar y participar en un grupo de empresas hoy dedicadas a distintos temas: la energía renovable, la eficiencia energética y la administración de recursos humanos. Hoy Capital y empresas, se encarga de los dos objetivos, pero había algo que estaba en el tintero, algo "sexy" que estaba seguro, podía volverse productivo...


Posterior a una junta de trabajo y comiendo con Juan, amigo y socio, que conoce mi pasión y gusto por la relojería, me mostró su nuevo reloj TAG Heuer Aquaracer, automático (+$2,218 US) y reparando en haberlo visto antes le pregunté: 


- Juan, tienes uno parecido ¿o ya lo había visto, no? - Sí. Tengo el de cuarzo. Éste es nuevo y es automático.


Le comenté que últimamente TAG estaba más solicitado y los precios seguían en aumento. Antes los modelos TAG generalmente se cotizaban por debajo de los $1,000 US y en los últimos 5 años, la demanda y los modelos han aumentado, hay de cuarzo y mecánicos, con nuevos materiales, la introducción del caucho y la línea deportiva que en mucho, la afición automovilista ha promovido, los ha catapultado. Lo felicité de pasar del modelo de cuarzo (+$1,592 US) al modelo mecánico:


- Juan y ¿qué harás con el de cuarzo, lo conservarás? - No. Ahora está a la venta, muévelo... 


¡En ese momento nació 'Watch by W'! Y con un TAG... irónico.

TAG Heuer Aquaracer 
Acero, Cuarzo, 40.5 mm
sumergible hasta 300 m, cristal zafiro



Menciono que, irónicamente surge una idea con TAG Heuer porque nunca me ha gustado, pero a mis amigos sí. A mi mujer le gusta también y por muchos lados veo que últimamente se ha convertido en una marca muy popular.


Por la tarde, ese mismo día, con otro de mis socios, con quien me reuní para atender una cita regular de seguimiento con clientes, comenté el tema y muy común en él, me retó a que encontrara un modelo sumamente difícil en el mercado de una marca muy reconocida. Un reloj sin duda que me obligaba a dar un brinco de una simple idea de mediodía y una transacción sencilla, a algo mucho más serio ¡en todos los sentidos!.


Tardé una hora en conseguir la pieza con un 'dealer', en EUA y confirmé la existencia de lo que horas antes había sido una simple idea, abrí un nuevo "sexy job". Ahora queda pendiente cerrar el trato, asegurar su autenticidad, verificar papeles y garantías y todo lo que cualquier pieza que pase por Watch by W debe cumplir, para posteriormente entregar a su nuevo dueño.


Así comenzó esto, dedicando parte de mi tiempo y recursos a la compra y venta de relojes de colección, vintage y 'especiales', llamando estos últimos a aquellos que por razones 'especiales' dedicaré tiempo, esfuerzo y recursos para que mis amigos y cercanos disfruten, admiren, aprecien y valoren una de las más grandes creaciones humanas.


Ahora en mi agenda salgo de "cacería", visito las fuentes donde se encuentran joyas, piezas perdidas, escondidas o incluso olvidadas que adquirirán nueva vida y un nuevo dueño que las apreciará. Actuaré de intermediario. Buscaré quien tiene y desea vender la pieza que otro no tiene y desea adquirir, en un mundo hoy, cada vez más "pequeño" y cada día menos "exclusivo".


Desde niño, 11 o 12 años, me han fascinado los relojes y comencé a fijarme en ellos a detalle. Tuve la fortuna de estar rodeado de ellos. Mi padre en su momento reunió varios modelos interesantes: Rado (ver imagen) que solo él como ingeniero admiraba por sus características y la dureza de sus cristales tallados, que prácticamente los hacían irrompibles e imposibles de rayar, aunque nunca han sido de mi gusto.



Rado Diastar Automático, Acero
Cristal de zafiro, fechador, sumergible
hasta 30 m





Tuvo en una ocasión un precioso Patek Philippe Calatrava, con la caja de oro de 18 kilates tallada a mano, extensible realizado en un entramado precioso también de oro de 18 kilates, que desgraciadamente se perdió en un robo de mi casa, cuando era adolescente en los años ochentas.










Pulsar Time Computer, carátula LED
(Light Emitting Diode)
caja y extensible de oro 18k (1972).



La época de cuarzo llegó fuerte. Incluso se pensó que la relojería mecánica había llegado a su fin... lo cual no sucedió. 


Recuerdo con cierta melancolía los primeros modelos "calculadora" de Casio y los famosos Pulsar (ver imagen) en oro de 18 kilates y con números rojos LED. A esta ola de cuarzo se sumó Rolex, con una caja estilizada Oyster llamada Quartz, emulando la tradicional caja hermética de Rolex, aplanada en ángulos rectos y que son modelos que hoy algunos consideran de colección.









Mi primer reloj -obsequio de mi padre- lo recibí cuando cumplí 10 años. Un Nivada que perdí en una excursión escolar. De cuarzo (muy de moda en ese momento), caja de acero y tamaño mediano con carátula gris combinando con el extensible gris con orificios circulares cortados, muy al estilo de la década de los 70's. 


Unos años después a los 12, en verano trabajé en un taller de joyería. Los hermanos Peón eran los dueños y yo trabajaba en particular para Roberto Peón, proveedor de joyería de mi papá. En su taller aprendí sobre joyería, el diseño, el moldeo en cera, él vaciado de oro y otros metales y el trabajo de pedrería. Además de ayudar en eso, yo era el mensajero especial del lugar. Solían darme varias joyas y yo las transportaba al centro a distintas joyerías donde se entregaban a los clientes. 


El plan era perfecto en cuanto a seguridad. En cajas acomodaba las piezas y metía en bolsas de pan (de estraza) las cajas y me trasladaba en Metro al centro. Nunca se imaginaron los amantes de lo ajeno que un niño de 12 años de edad con bolsas de pan en el metro, pudiera llevar miles de pesos en joyería y mucho menos llenas de dinero (usualmente por las tardes, tras la entrega) de vuelta. Cada traslado, sumaba un bono a mi sueldo semanal acordado con Roberto.


De vez en cuando teníamos uno o dos relojes en el taller para servicio o arreglos. Aprendí y pedí encargarme de algunos -los que me gustaban- de la fase de limpieza. Aprendí a destaparlos, conocí las distintas pinzas y llaves de apertura y nunca ha dejado de maravillarme la belleza y la perfección de una maquina funcionando o el momento en que la haces funcionar. Nunca me metí con los de cuarzo que comenzaron a llegar como plaga.


Un día encontré guardado un Universal Geneve, muy sencillo, automático de oro de 18 kilates que no funcionaba y no tenía extensible. Pregunté a Roberto ¿de quién era? y me dijo que se lo habían dado como pago por algún arreglo y nunca volvieron por él.


Le pedí a Roberto comprarlo y acordamos un precio, incluí en el precio una correa de piel negra que en el centro ya había visto y para no perderla, pedí me adelantara dinero para comprarla. Me emocioné muchísimo cuando se la coloqué. Comencé a desarmar el reloj en las tardes cuando terminaba mi trabajo, no hizo falta arreglarlo, solo necesitaba ajustarlo y limpiarlo. Ahorre durante 6 semanas parte de mi sueldo más los bonos de entregas y finalmente fue mío.


Ese día que lo pagué, Roberto preparó en el taller un plato enorme de atún que decía era su especialidad -creo que lo inundaba de aceite de oliva y lo freía- y convido a todos en el taller. Festejamos mi primera compra de reloj. Desde entonces, cuando compro un reloj, acto seguido debe de haber una buena comida. En aquel tiempo comenzó mi afición por el dibujo, incluso diseñé mi marca de relojes. Jean Carr usando mis iniciales. Esa afición me llevó a la arquitectura años después.


Por ello, con mis clientes, recuerdo esa tradición y la cita para la entrega de sus relojes, incluye una buena comida juntos, cortesía de Watch by W.



Universal Geneve (apx. 1960-1970)
Mi Universal Geneve, también se perdió en ese robo que ya comenté...


Desde entonces, cada reloj que he logrado tener tiene una historia, mucho esfuerzo detrás y generalmente llegan de la mano de algún triunfo en mis otras actividades. Hasta ahora he tenido la fortuna de haber usado y disfrutado más de 50 relojes. Van y vienen.


Muchos los he vendido en épocas difíciles, algunos los he obsequiado a personas especiales en mi vida y otros lo he vendido para comprar otros, siempre han estado a mi alrededor y seguirán cerca.





Espero se diviertan y se animen a ponerme a encontrar esa pieza especial.


¡Bienvenidos!

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